¿Sabías qué esté
sitio es de moda y tendencias masculinas? ¿Y te has preguntado por qué hablamos
de lectura y libros? Trataremos de dar respuesta a esta interrogante que
sabemos es una de las intrigas más importantes de tu día a día que casi te
impiden dormir. Es innegable que muchos escritores han instalado o reflejado
las diferentes modas, ya sea con una estudiada pose o sin ánimos de
apariencias, el vestuario se ha transformado en algunas claves de sus obras
literarias. Nos viene a la mente El dandy Oscar Wilde, el callejero Roberto
Bolaño, el desgarbado Jack Kerouac, el hedonista Yukimo Mishima, el gentleman
Francis Scott Fitzgerald, el casual Raymond Carver, el hípster Michel
Huellebecq y el noventero Terence Moix.
Probablemente conozca
a más de alguno y quizás nunca habías tenido interés estético por ellos. Claro,
lo que nos debiera interesar de estos hombres son sus creaciones, pero cuando
miramos a estos sujetos con los ojos puestos en la cámara y no en sus palabras,
descubrimos el lenguaje vestimentario de unas épocas pasadas y reminiscencias
de la moda actual. Junto a las miradas literarias de los escritores, nos han
dejado uno de los objetos valiosos del vestir: el libro. Sí, ese que usted
lleva en el bolso, esconde tras su PlayStation o abusa de llevándolo en la mano
sin siquiera dignarse a abrir.
Leer
a fuera, modelar la lectura
Un día cualquiera.
Nos sentamos a abrocharnos los zapatos, vamos al baño nos miramos una vez, dos
veces. Sorbemos café, nos miramos tres veces. Miramos televisión, publicamos en
alguna red social. “Maldito lunes”. “Hoy es viernes y mi cuerpo lo sabe”.
“Carrete”. Lo que sea. Da lo mismo que escribamos ya que lo efímero de eso
puede ser hasta reiterativo en el tiempo. Pasamos por un espejo o vidrio
espejado. Tomamos un libro. Nos detenemos tímidamente, nos miramos de nuevo.
Bajamos al metro o frente a las puertas de la micro, nuestra mirada se cruza
otra vez. Y no, por favor no sienta ganas de negarlo. Nuestra autoimagen está
ahí y aunque dudemos, casi siempre nos miramos.
Pero no olvidemos
salir sin nuestro accesorio. ¿Se fijó? Si pues, el libro. Puede ser prestado
(como una bufanda), o propio (como nuestra ropa interior la mayoría de las
veces), o quizás hurtado (como…complete con el último accesorio tomado sin
permiso). No elegimos cualquier cosa, fuera esas ediciones Ercilla, llevemos a
fuera esas bellas y atractivas portadas de libros que armonizan perfectamente
con nuestra vestimenta, como si hubieran sido diseñados para usarlos por
ejemplo con ese chaleco que tanto disfrutamos vestir. Y no importa si ya lo
leímos o no lo hemos ni pensado hojear, sino que se transforme en ese accesorio
perenne y versátil que nos permite cultivar un look interesante. Sea sincero, a
veces – muchas - llevamos el libro en la mano solo para que los demás vean que
leemos y además mostrando una gran portada, solo posible hasta que el ejemplar
se empieza a doblar por la humedad que expelen nuestras manos.
Modelar la lectura es
para esas pasarelas de concreto, esas posiciones tántricas del metro o solo
para sentarnos a esperar en alguna blanca de plaza. Esas grandes obras de la
literatura, no solo sirven para para leer sino también para posar con alevosía
o no.
Imaginarios
masculinos y librarios
Compartimos algunos
imaginarios de accesorios, escritores y libros para sacar ideas para nuestro
armario – y nuestros estantes.
Literatura,
accesorio infaltable
Nos manifestamos
frente a la moda literaria, valorando ese accesorio infaltable de nuestra
vestimenta: los libros. Así que dé una vuelta por las librerías cuando vaya de
compras y comience a incluir un par de estas piezas de diseño gráfico que
aportan un plus a nuestro vestuario cotidiano, como sabe, si luego se anima a
comenzar a leerlos.
Sebastián Santander Lazo
@bibliotank
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