Recomendaciones Literarias
La señora en la micro me dijo – hace frío. Y como no siempre tengo ganas de responder cordialmente, y en esa dificultad de interpelación, no me queda otra cosa que una constatación, por lo que dije – Sí, hace frío. Y nos vamos así todos con ese mantra actual que claro, imposible no repetirlo, como si bastara con verbalizarlo para entrar en calor.
Por lo mismo, hemos querido ayudar a que los cuerpos a traves de la mente y se abriguen con esta invitación a leer cinco leños entintados – también llamados libros -, los que pueden llegar a prender tu mente. La selección es bastante diversa en cuanto a nacionalidades y estilos, hay libros que nunca debieran pasar de moda.
1) El mismo mar, Amos Oz (Israel)
Amos Oz es un escritor potente. Que muy posiblemente se merece una publicación solo para él, pero es bueno hincarle el diente para presentarlo en sociedad. Si ya lo conoce, podrá decir si lo odia y seguir de largo, o por el contrario si lo desea puede detenerse a rebatir todo lo que diré a continuación.
Seré políticamente incorrecto. Amos Oz es uno de mis autores favoritos. Y es solo por eso que lo recomiendo, a pesar de que si lo busca en el navegador aparecerán cientos de páginas de elogio. Me sucede que no puedo evitar fascinarme por un autor que salta de un tipo de escritura y propuesta, tan ligera y drásticamente como si fuera a comprar el pan. Al conocer la labor del escritor, esa impresión me queda. Una conversación y un relato mientras nos tomamos un café sobre la mesa. Pero de de esas narraciones que sabes que no volverás a escuchar y probablemente algo cambien tu vida. O no, solo nos den más ganas de leer – lo que también es una forma de cambiar nuestra vida-.
El mismo mar es un libro de desamor, de muchos desamores juntos y de distintos tipos. Cada historia que habita ese mar es alguien que extraña. No son corazones rotos, son realidades quebradizas por situaciones sociales, familiares y culturales, estar alejado de lo que amamos no siempre es decisión humana, sino de las circunstancias. Amos Oz arma una poesía prosada que permite consumir en un instante, pero también ir quemando de a poco para ir saboreando las palabras. Intimar con el libro, sentir como late en el bolso, la mochila, el escritorio o en las manos entre las sábanas, entrar en calor al mismo tiempo que le entramos a la letra. Si sueno a fanático imparcial, atrévase a leer el mismo mar y probarme que estoy equivocado.
2) Los almuerzos, Evelio Rosero (Colombia)
El jorobado de una iglesia, que se dedica en cuerpo y mente a dar de comer a los necesitados en Los Almuerzos, celebrados en una parroquia de Bogotá, es nuestro personaje principal. Suena a tarea simple la que tiene encomendada nuestro querido Tancredo, pero deberá sobrevivir a la tensión sexual de Sabina – hija del sacristán –, a los turbios tratos que va descubriendo del Padre y a las tres Lilias, un cúmulo de mujeres que parecen una. Evelio Rosero nos invita a presenciar el cambio que remece a esta parroquia, al más estilo cinematográfico, una noche de tormenta que viene a predecir los futuros de sus personajes, de la mano de una visita pícara.
Esté autor colombiano, premio Nacional de Literatura de Colombia, ha sabido revitalizar la narrativa de su país alejándose del eterno modelo a seguir – y ya sabrá usted cuál es ese Don Modelo -, incursionando tanto en temáticas como en formas de narrar que son de agradecer. Esto es uno de los nombres que no debiéramos olvidar de la literatura Latinoamericana por que podríamos apostar a que muy pronto se transformará en un inevitable, y luego se lo apropiará el canon. Pero antes de que esto último – y fatal - suceda, aproveche de leerlo.
3) La extinción de los coleópteros, Diego Vargas Gaete (Chile)
En ciertos libros todo parte del asunto familiar y sabemos de un modo u otro, que todo conflicto familiar es distinto. Poseemos ese conocimiento porque tenemos una familia, sea como sea. En Chile dicen que no más de 10 controlan el país, esto seguramente Diego Vargas lo sabe, pero ha querido rondar un núcleo familiar con los personajes que se cruzan con una de estas familias, se enamoran de ella o simplemente son odiados, hasta desaparecer. Y no es que sea una historia reciente de post-dictadura, sino un marco social de éste país que habitamos en cerca de un siglo de narración. No, esto no es Macondo. Sin falsear nombres todo el libro habita Temuco, ciudad conocida y real.
Un coro de personas enlazadas en torno a un colegio, a un par de crímenes y a insectos que van desapareciendo. Como si nosotros no fuéramos otros bichos más habitando esta tierra. En La Extinción de los coleópteros, el segundo libro Diego Vargas, autor chileno y ya uno de mis favoritos, encontramos trozos de cartas, miradas y secretos que nos llegan casi sin querer. Si ha tenido la oportunidad de devorar un libro en un par de días, como si nos fuéramos realmente de viaje, esté es uno de esos leños que debemos prender de nuestra mente esté invierno.
4) Virginia Woolf ataca de nuevo, Copi (Argentina)
El argentino Raúl Damonte Botana, más conocido como Copi escribió casi todas sus obras en francés donde se desarrolló como artista, fue parte del Grupo Pánico en los 60’ junto a Alejandro Jodorowsky. Dedicó gran parte de su tiempo a actuar, escribir teatro y dibujar historietas – nota al margen: hizo algunas portadas de Charlie Hebdo -, fue activista por varias causas y falleció el 87´. Virginia Woolf ataca de nuevo es un libro de cuentos y una entrada suave a este escritor. De seguro, nunca llegará a nuestras aulas y siempre será expulsado del canon del buen lector, por lo mismo podemos relajarnos y disfrutar de sus lectura sin que nadie nos diga cómo debemos hacerlo. Yo tampoco me daré esa absurda tarea, eso sí, ojos bien abiertos, mente sin prejuicios y prepárense para leer a uno de los autores más rupturistas del continente.
5) El porqué de las cosas, Quim Monzó (España)
Hay lectores de tiro largo que uno fácilmente es capaz de devorarse 500 páginas como si nada, hay otros de tiro corto que para evitar las angustias del final prefieren que el remate literario llegue en pocas páginas. Pero existe un punto entre ambos, que es el que lee cualquier cosa sin miedo a lo que se está afrontando, y menos al grosor del leño en cuestión.
Un cuentista impresionante es Quim Monzó que en su libro El porqué de las cosas arma con sus cuentos una novela, lo que no impide disfrutar de cada cuento como pieza única y acabada. Lo incierto de habitar esté mundo, la crudeza, realidad y de sopetón algo de magia, invitan a cuestionarse muchas cosas, pero sobre todo a disfrutar de excelente literatura catalana en tiempos de frío.
Liar para leer, enrollar el papelito, inhalar unos cuentos o libros completos, como quién no quiere la cosa.
Sacarse hasta el hielo del alma.
Claro, que deberá hacer un esfuerzo, comenzar a leer y perderse un rato entre paracetamoles, libros y frazadas.
Sebastián Santander