¿Qué me pongo? Es la gran pregunta de estos días.
Comenzamos con la mañana con
temperaturas bastantes bajas, pasamos al medio día y el sol nos obliga a sacarnos
lo que llevamos encima. Luego llega la tarde-noche y los grados vuelven a
decantar. Los cambios de temperatura y los repentinos cambios de ropa, nos
obligan a encontrar una prenda que nos acompañe en todas, de lo contrario,
estaríamos arriesgándonos de caer en un resfriado del cual nos costará salir. Y
¿cuál sería la solución? La gabardina.
Tela que es fiel en todos los
momentos. Acompaña, tanto a hombres como a mujeres, en esos días donde nuestra
incertidumbre supera la información casi siempre errónea del celular. Es ideal para aquellas lluvias impredecibles
y sus cortes son tan estilosos que puedes usarla con el look que se te antoje.
Aunque si tu termostato se caracteriza por ser más frío que el de la mayoría, es
mejor que busques otra chaqueta, porque ésta da poco abrigo.
Su historia comenzó a finales del
siglo XIX, cuando los granjeros ingleses la usaban para protegerse de la lluvia
mientras trabajaban. Pero fue durante la Primera Guerra Mundial cuando los
soldados de las trincheras las hicieron famosas. De hecho, a ellos se les debe
el nombre “trench coat” o abrigo de trinchera. Después vino el boom del
cine negro en la década de los ’50 y de la mano de Burberry los gánster que la
usaban alcanzaron el pick de la moda.
Años más tarde, figuras como David Beckham y otras no se desprenden
de ella.
Andrea Moreno